miércoles, 21 de noviembre de 2012

Vereda Juan Vicente Mora


Con el otoño avanzado Valtablado no se parece al de varios meses atrás, con una primavera y verano donde apenas había llovido. En las últimas semanas las lluvias han reverdecido el paisaje y lo han colmatado de agua, donde antes solo resistía la fuente con su escaso caudal     -desapareciendo a escasos metros- y un pequeño barrizal propiedad de los cochinos, ahora han vuelto las lagunas complicando en exceso la movilidad en el trabajo diario. Este fin de semana se preveían lluvias y un poco de nieve, `ya es el tiempo´ toca partir, siempre esta la incertidumbre que una gran nevada sería un gran contratiempo.

Las vacas y cabestros andan dispersos por el valle, nada intuyen parece un día más, todo esta demasiado tranquilo. Justo a medio día en el valle empieza resonar voces, las vacas ligeramente desperdigadas se acercar rápidamente -comida deben de pensar- una vez agrupadas y rodeadas por los vaqueros sin perder un instante les hacen recorrer por el valle. Tal como avanzan la pendiente va aumentando, ya intuyen que van a salir de Valtablao  que al vereda ha comenzado, las primeras vacas caminan hacia la portera -ya está abierta- muchas cruzan ligeras sabedoras del duro camino con su feliz destino, otras dudan y recelan, al final todas la cruzaran ya no habrá marcha otras.




El mañana continuara gris, con viento y  lluvia por momentos, así durante todo el día. En el descansadero donde se une la cañada Sierra Alta (dirección Valtablao) y Fuente Umbría (Guadalaviar y Griegos) comienza la Cañada Real de los Chorros, la tranquilidad es palpable. El sonido de múltiples picotas y cañones es débil, poco a poco va aumentando junto con la voz del ganadero Juan Vicente Mora guiando al ganado, cuando terminan por ganarle al sonido del viento golpeando los pinos las primeras vacas aparecen entre los esbeltos pinos. Las vacas más fuertes y veteranas al frente, los cabestros agrupados respetando la jerarquía al igual que los sementales respetan sus dominios, a la grupa los vaqueros (Gabi,Pepe,Candido,El Zorro,Santi y Rubén) arreando el ganado. Los tramos entre pinos se compaginan con pedregosas rampas, en medio de una de ellas, Carlitos el semental se encara con un cabestro, testuz contra testuz, las piedras sueltas empiezan a desplazarse y sonar entre ellas `cuidado, cuidado´, las voces aumentan, casi no hay sitio para dar la vuelta, ellos se remolinan, pero en un instante, -menos mal- el cabestro se da la vuela, se separan, Carlitos se tranquiliza y continua andando, todo vuelve a la calma.





En el primer cruce con la carreta las señales ya avisan de la alternancia con la vereda durante 5 km, el tiempo da un respiro y aparece el arcoíris justo por donde ha salido aparecerán las vacas en un tramo entre desfiladeros y risclos de rocas, las vacas más acomodadas eligen pisar el asfalto, el resto parecen cabras montesas. Cuando el ganado abandone el trazado de la carretera -esta continuara con curvas y pendiente- el camino más corto pero más peligro será el barranco del Judío, definitivamente se está dejando atrás la sierra de Albarracín. Una gran tromba de agua coincide con la bajada, el peligro aumenta en los senderos -embarrado- creados por el ganado y las rocas mojadas. Resuena por el barrando `despacio, despacio´, la vacada se va estirando poco a poco van bajando sabedores del peligro, buscando el trayecto menos peligro, al final del mismo se alcanzara la herrería de los Chorros, ya en la ribera del río Júcar.








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